
Ella y otros empleados del padre de Ana, les daban comida durante su estancia en el compartimiento secreto situado en su negocio de Ámsterdam.
Miep conoció a Otto Frank, en 1933 cuando solicitó un puesto de secretaria en su empresa de especias. Ella junto a su marido y otros compañeros ayudaron a ocultarse a la familia Frank y a cuatro personas más.
El diario de Ana relata uno de los testimonios más emotivos sobre el holocausto y fue Miep quien lo rescató y conservó a salvo hasta después de la guerra.
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